En un contexto donde la construcción es uno de los sectores con mayor impacto ambiental, las Directivas Europeas, como la de Eficiencia Energética (EED) y la de Eficiencia Energética de Edificios (EPBD), han establecido pautas para mejorar la eficiencia energética en la edificación y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Esto implica no solo mejorar el aislamiento de los edificios, sino también reducir la huella de carbono de los materiales utilizados en su construcción.
Para abordar esta necesidad, las soluciones constructivas como SATE o las fachadas ventiladas han ganado terreno en el mercado de la obra nueva y la rehabilitación, ofreciendo una variedad de productos, materiales y acabados.
Sin embargo, es crucial que los requisitos para las fachadas en el CTE se adapten a los diferentes usos y características de los edificios, especialmente en lo que respecta a la seguridad contra incendios.
Mientras que otros países han respondido a estos riesgos estableciendo regulaciones más estrictas en el sector de la construcción, España se encuentra rezagada en este aspecto, ubicándose en la cola de la UE en cuanto a exigencias para prevenir la propagación de incendios a través de las fachadas.
A pesar de los avances en eficiencia energética promovidos por el Código Técnico de la Edificación (CTE), queda mucho por hacer en términos de seguridad.
Es crucial que los requisitos para las fachadas en el CTE se adapten a los diferentes usos y características de los edificios y es esencial que las soluciones constructivas de fachada sean no combustibles y cumplan con las normativas europeas de reacción al fuego.
España debe establecer regulaciones más estrictas para prevenir la propagación de incendios a través de las fachadas, priorizando la seguridad sin comprometer la eficiencia energética.
Promover una transición hacia una construcción más segura y sostenible es esencial para proteger la integridad de las personas en el presente y en el futuro.